Defendemos España Nación

España es una gran nación que ofrece un marco de convivencia sólido y duradero

La nación española sufre ataques injustificados y recurrentes que la señalan como responsable de las mayores desgracias del siglo XX. Sin embargo, España es una gran nación, con una historia milenaria y una cultura común de extraordinario valor y riqueza, que va más allá de las diferentes normas constitucionales que ha tenido el país durante su historia.  

España es también una patria con referentes sólidos y duraderos, una patria que acoge y protege a sus integrantes, y que les dota de libertad y seguridad.  

A España, como Nación, se le atribuyen los fracasos, pero no se le reconocen sus méritos. Podemos y debemos sentirnos orgullosos de nuestra patria.

Tenemos un compromiso con las generaciones anteriores y futuras de mantener el legado de nuestra patria.

La Nación tiene un apoyo natural. No se fabrica.

Frente a nacionalismos disgregadores e insolidarios, la Nación ofrece una alternativa de convivencia plural.

Al defender España, también defendemos la paz, la libertad y la seguridad.

España es una gran Nación de la que todos debemos sentirnos orgullosos

España es una gran nación, de la que podemos y debemos sentirnos orgullosos. Ningún régimen, estructura política, institucional u organismo internacional ha negado esta evidencia, que se fundamenta en una historia milenaria y en una cultura común de extraordinario valor y vitalidad. Más allá de su pasado glorioso, nuestra nación puede todavía aspirar a un noble porvenir. Conquistar y perseguir una gran empresa fue siempre su vocación.

El concepto de Nación española va más allá de la Constitución

La nación española es mucho más que las formas constitucionales que actualmente reviste, sin que ello signifique desprecio alguno hacia las mismas, sino todo lo contrario. Pero debe rechazarse la fundamentación de la existencia de España a partir textos constitucionales o en coyunturas políticas de cualquier índole.

Ante los ataques injustificados a España, es imprescindible un gesto de reafirmación nacional

España sufre en nuestros días una de esas crisis recurrentes que requieren un gesto histórico de reafirmación nacional. La nación es, cada vez con mayor frecuencia, señalada con dedo acusador como culpable de las mayores desgracias del siglo XX. En ese marco mental y cultural se ha destacado el carácter histórico-contingente y, sobre todo, artificial de la idea de nación. Para los apóstoles del fin de la historia, la forma nacional tal vez acaso sobreviva por un tiempo, pero con una función subordinada y en general bastante secundaria.

Sin patria no hay libertad ni seguridad

La nación se asienta en un fondo histórico-simbólico profundamente arraigado. Ahogado cada vez más en un mundo sin referentes sólidos ni asideros estables, el hombre contemporáneo anhela recuperar el sentido del arraigo. La historia demuestra que es imposible la libertad y la seguridad que nos permiten crecer como personas sin una patria que nos acoja. España es nuestra patria. La Nación, fundamento insustituible de la ciudadanía política, es anterior a la mera unión artificial o abstracta de ciudadanos libres e iguales, que no son ni pueden ser, como ciudadanos reales, individuos intercambiables sino herederos solidarios de un depósito compartido de creencias, costumbres y modos de vida.

No hay democracia sin Nación

La democracia, al igual que cualquier otra forma de gobierno, no puede prescindir del cuerpo que constituye la Nación. Antes al contrario, un cuerpo puede llegar a desprenderse de una forma de gobierno y sustituirla por otra si deja de servir a sus fines o amenaza su supervivencia. La nación es, a la vez, la condición y la expresión de la democracia.

La Nación tiene un apoyo natural. La Nación no se fabrica

Aunque no es hija de ninguna metafísica, la Nación tiene un apoyo natural: proviene de la vivencia en común de la historia de cada pueblo. No está ligada a voluntad alguna de fabricar naciones, como pretenden los nacionalismos estatalistas modernos.

Frente al nacionalismo disgregador, la unidad de España es la mejor garantía de estabilidad y convivencia

Frente al nacionalismo disgregador y agresivo, insolidario y tribal, el patriotismo de las naciones históricas ha demostrado una gran capacidad para mantener el equilibrio entre la unidad y la pluralidad en un marco de convivencia sólido y duradero.

¿A qué decimos NO?

Al ataque sistemático al idioma español

A la tergiversación y deformación del papel histórico de España

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COORDINADOR

Rafael Sánchez Saus

Director del Congreso 

«Católicos y Vida Pública»

SECRETARIO

Domingo González

Profesor de Política Social 

(Universidad de Murcia)